© Foto:  Serena If  2009 


                                                                         En barbecho. Continuará...
La fuerza de la fe eleva las catedrales,
y la fuerza de la razón impide que se caigan.


oído a José María Pérez Peridis









Yo permanezco intacto en mis convicciones:
no creo en nada.

Un amigo, al General Rojo.








Viernes, 7 de enero de 2011.


Me gusta esta Notario -amo el género epiceno y detesto en general a los notarios-: ¿trabaja un 7 de enero, viernes? Además es de Cervera de Pisuerga, provincia de Palencia. ¿Qué hace aquí en la Ría del Eo? Tiene retranca, rezuma ternura. Cuando en octubre vine la segunda vez a Ribadeo, a firmar el contrato de arras con El Maderista, y recalé en su notaría, por los papeles, tuve un pálpito y decidí hacer testamento. Por primera vez. Paso de cuarenta, pero no aparento problemas de salud. Nos reímos. Rezuma ternura.


El Maderista impresiona, pero, paso de cuarenta... Él habla -muy mal- del tal señor de Sesteso. Y no digo que no tenga razón, ¿y yo qué sé?, y qué más me da. Asiento, sin prestar atención, impermeable a su monólogo; no puedo refugiarme con convicción en esta mezcla de Hola!s de hace una año y la suscripción completa de Fidesnosequé, la revista del Colegio de Notarios.


¿Por qué, si por lo visto se detestan, El Maderista representa por poder, en la firma, al tal Justo Trespalacios de los Borines, Señor de Sesteso? A lo visto, con mayúscula.


Qué jodida la Notario, insiste, dos veces, al leer la escritura, en que he comprado una ruina...





Viernes, 7 de enero de 2011. ( Después de zamparme una ración de pulpo. )


Y una jarra de Ribeiro. Al lado de la notaría: Villaronte. Acodado en la barra, el titular ha estado ignorándome veinte minutos. Un paisano me previene: "Es así... Nadie le ha visto sonreír nunca".


Estoy en Galicia, voy a Asturias; el otro lado de la Ría.
Aunque sepa llegar, pongo el navegador del coche. Ilustra y acompaña. La voz -tengo seleccionada la femenina- no me tutea. Profetiza: "Su destino está cerca".





Domingo, 9 de enero de 2011.


Me duele todo el cuerpo. En especial lo que yo llamo rabadilla y los médicos zona sacra.


Amanezco en el Hospital de Jarrio. El camisón del que me han provisto, me hace sentir como una modelo de Newton: la espalda al aire, en su más amplio sentido.


Y el caso es que -sigo en Newton...- aquí por culpa de la gravedad, o en su defecto por su propio peso, no ha caído una manzana.


En todo caso, diríamos, me he caído de un guindo.


Pero no tengo fuerzas y paro de escribir.







Lunes, 10 de enero de 2011.


Setenta y dos horas en observación, por haber perdido el conocimiento. Ni manzano, ni guindo: castaño. El anuncio -de redacción un tanto arcaica- decía: "Heredad al borde de la carretera, en el confín de una propiedad señorial. Ofrécese por no disponer de servicio: 1.800 metros de finca, escasos; 40 metros por planta. De piedra, dos plantas. Vigas y piso de castaño. Tel. xxx xx xx xx. Atiende Sr. Ramos, D. Salvador". El Maderero.


Bajé del coche henchido de satisfacción, la casa -"una ruina"- estaba ya a mi nombre. Dejé la puerta abierta. Cantaba Labordeta "Regresaré a la casa, la casa de mi padre, y abriré las ventanas, pa´ que la limpie el aire...". En el trayecto desde la puerta de la casa a las contraventanas, se hundió el suelo -podrido, de castaño- bajo mis pies.


En estas casillas asturianas, de a pie de carretera, se entra por el piso de arriba...


Me encontró el del estanco de Veganova: todos los día se embute en un maillot amarillo y hace, a sus casi sesenta años, unos kilómetros de bicicleta; le extrañó encontrar en el occidente asturiano un coche, con la puerta abierta y Labordeta a todo trapo.



Martes, 11 de enero de 2011.
Nada importante. Me dan el alta en Jarrio: "subluxación en la zona sacra".


En la zona sacra... ¿Yo? Yo que acabo de apostatar.


¿Yo, Ventura Martín? ¿Yo, Ventura "El Apóstata"?








Miércoles, 12 de enero de 2011.


Me dan fonda en Apartamentos Atlántico, no podrían participar en CasaDecor, pero encuentro amabilidad sin afectación y buena relación calidad precio. El Bar, en planta baja, es el centro neurálgico de Veganova.


Mis planes, quizás por fortuna, desbaratados en el minuto uno; mi composición de lugar -la deriva literaria- incluía tomar posesión de la casa el mismo día de firmada la escritura. Una casa gélida, cerrada de años, pero en uso. Encender una chimenea, quitarme la botas, poner a secar los calcetines... y dormir doce horas seguidas en un saco.


Tomar posesión de una casa viuda, como Manu Leguineche y la Casa del Inglés; o de una casa solterona, como Sean Thorton y su Blanca Mañana. Llegar y encontrar un fuego encendido. La felicidad de la tierra.


Pero esta ruina, "en el confín de una propiedad señorial", no tiene tejado, el suelo de castaño podrido conduce directo al infierno y ni siquiera tiene chimenea. Y yo no tengo nada de hombre tranquilo.


¿Un infierno sin chimenea? Comprado por dos fotos en internet.


Por lo menos me gusta el nombre: la Casa del Confín.




Jueves, 13 de enero de 2011.


Me llama mi abogado y no me pongo al teléfono. Me llama mi madre, y tampoco.


“Los enemigos son tan necesarios como los olmos, uno se cobija bajo su sombra”. Oído por Manu Leguineche a un albañil en Torija.






Viernes, 14 de enero de 2011.
Veganova es, sin duda, el pueblo más feo de la Ría. Pero tiene las mejores ferreterías de España. No exagero.


Se despliegan a lo largo de la Avenida de Galicia, que, justo delante del Bar Atlántico, se convierte en Avenida de Asturias. O al revés.


Como un cirujano, debo abrir y ver qué me encuentro: los 1.800 metros "escasos" que rodean la Casa del Confín, son un zarzal impenetrable.


Cuando consigo que me atiendan, pido en Casa Toni una hoz y pago un "fouzín"; pido un zarzero y pago un "podón".


Pasaría el fin de semana entero hurga que te hurga, estantería a estantería y cajón por cajón.


Nunca había visto, por ejemplo, una herramienta para matar pollos. Es un embudo sin pitorro, una bocina preindustrial: metes al bicho boca abajo por la parte ancha; asoma la cabecita y queda inmovilizado; y "¡Que le corten la cabeza!", que diría la Reina de Alicia.


El trato en Casa Toni no difiere del que recibe el pollo al entrar en el aparato. Pues ya ves, siempre está lleno...


Cada mañana despliegan, en la acera, además de en sus dos escaparates, la más increíble variedad de objetos que uno pueda imaginar: hay algunos que ya nadie sabe para qué sirven, ni siquiera en Casa Toni. Para no tener que recoger el género, al medio día, Toni deja sentada a su hermana, recién almorzada, a la intemperie en una banqueta. A la postre, una anciana.


Vigila, pero como parece que no alcanza no le está permitido despachar.










Sábado, 15 de enero de 2011.


"El dueño de una ferretería pone un cartel en el escaparate: "La mejor ferretería de España". Al lado hay otra, y el dueño pone: "La mejor ferretería de Europa". Y otro más al lado: "La mejor ferretería del mundo". Por fin, el último, concluye: "La mejor ferretería de esta calle...".


Me duele la cabeza. Ayer, pertrechado del podón y del fouzín -que impresionan- conocí la noche de Veganova y conté este sucedido a lo mejor de cada casa: Pardo, el guarda del coto, Abelardo, "O conexeiro", "O Rey de Rondouto", Lalín el del Express (sic)... El más joven no cumple 70 años.


Sólo recuerdo que pasó fugaz una moza reventona y el tal Pardo, el guarda del coto, acodado en la barra, sin volverse, cazó el rastro al vuelo y sentenció: "A ésta, si se muere, habría que disecarla...".
"Pero Pardo, eso es como de Buñuel...".


"Me gusta mucho".










Lunes, 17 de enero de 2011.


He pasado todo el día fouzín y podón, podón y fouzín, con la vana pretensión de limpiar de zarzas -aquí las llaman silvas- mis "escasos" 1.800 metros de parcela. Estoy reventado y no he avanzado nada.


No es que me consuele, pero ahí abajo, la "propiedad señorial" del tal Señor de Sesteso, es un mar de zarzas. Le calculo unas cinco hectáreas, desde la carretera -casi una pista- aquí arriba, en el Confín, en vertiente hasta el río. El Suarón.


La casa, de piedra, es inmensa. Cuento, al menos, cuatro plantas.


Y soy incapaz de saber cómo se accede a ella.
Si es que tiene acceso.





Martes, 18 de enero de 2011.


Me río yo solo: "El fouzín y el martelo".


¡Viva la Internacional!...
Sonrío para adentro.







Miércoles, 19 de enero de 2011.


Cuando muerdo, no suelto. Aunque al apretar me duela la rabadilla.


No ha sido difícil encontrar una máquina, de cadenas, para limpiarme la parcela. Me da apuro llamarle finca. Eso, en Castilla, son muchas hectáreas.


Mientras el paisano trabaja, yo miro. Y cuando ya no le encuentro más misterio, empiezo a plantar: "¿y si pusiera aquí? ¿o allá?...".


En el vivero, al trastear, descubro una variedad de peral. "General Lecrerc", dice la etiqueta.


Atardece. Cuando vuelvo a Sanromán, la Casa del Confín tiembla como una novicia despertada a altas horas: despojada de todo. Firme, apetitosa.


(¡Que daño han hecho las Sonatas!...)


Hay luz en dos ventanas de la última planta de la casa de Sesteso.










Jueves, 20 de enero de 2011.


He soñado con que la máquina de cadenas entraba en París. La División Leclerc, 1945.


El carismático general fue el primero en entrar, rodeado de blindados con nombres de batallas de nuestra Guerra Civil -Brunete, Ebro, Madrid...- y dos mil republicanos españoles.


Se abrió paso sobre las silvas invasoras, llegaron hasta el Ayuntamiento y recibieron las llaves de París.


En mi sueño, el Ayuntamiento de París y la casa del Señor de Sesteso, eran una sola cosa.


Sólo, que como no le pongo cara, no le he podido poner cara.







Viernes, 21 de enero de 2011.


Tuve una vez una novia parisina. Acababa de hacer su tesina sobre la División Leclerc.






Sábado, 22 de enero de 2011.


"¡Ay, as muyerías!...", suspira retórico O Rey de Rondouto, con la sonrisa medio desdentada. Va tocao. Muy tocao. Pero está de ronda: tengo la cerveza paga. Alzo la caña para agradecérselo y se quita el sombrero. Un sombrero rojo, despeluchado, estrambótico, de fiesta de pueblo.


Una caña aquí es un vaso de los de sidra. Estaré de ronda y pagaré, y así, cada uno de los que median entre O Rey y yo... Caiga quién caiga.


O Rey baja del monte a Veganova de cuando en cuando. A vender una ternera, o a comprar un dedal, o vete tú a saber qué. A coger fuerzas para aguantar la soledad. Dos o tres días de bar en bar, complacido por la fugaz compañía, sin pasar por casa, ni acostarse en una cama.


Y a quien le quiera oír, le cuenta que fue boxeador en los sesenta, "¡O Rey de Rondouto!" -que por eso es más ancho que alto- y enseña unas manazas castigadas por la artrosis, y canta y se lamenta un poco de lo mucho que tiene pasado. Y a veces, muy tocado, el cuerpo desmoronado y fofo, hasta se arranca a bailar.


"¡Mira mamá, si parece que tiene tetas!". "¡Cala la boca, neno!".


O Rey, no le cuenta a nadie lo solo que se siente ahí arriba.





Miércoles, 26 de enero de 2011.


Estoy seguro: he oído un par de tiros. Sé de lo que hablo.


Y aquí lejos, que yo sepa, sólo estamos yo y él: el Señor de Sesteso.
Estoy seguro.







Martes, 1 de febrero de 2011.


Una semana el suceso en rumia: "Furtivos...", le quita importancia uno.


Al final de la barra del Express se ha formado un karaoke burlesco. Un paisano bajito, coloraó, chispaó, blande una botella de blanco como micrófono. Anima el cotarro, saca canciones de aquella manera al que se deja y al que no, se ríe y tiene coro. Se ceba en un anciano en especial -su contrafigura- pálido y alto. El hombre le da juego: se lo toma en serio... Al bajito le brillan los ojos; le puntea con sorna, a contrapunto, gustándose... Hasta que el alto se enfada, resignado, y deja quejoso de cantar. "¡Contigo no se puede, José María, leche!...".


Pago una ronda. La camarera, paraguaya, manduquea más que ambos juntos: "¡Señor cura deje de incordiar y devuélvame la botella! Y usted, señor alcalde, ¿quiere tomar algo? Que el forastero está de ronda".


"¿El alcalde?". Saca de la cartera una página de periódico doblada con esmero. En la foto tiene treinta años menos: "El último de cuando Franco".


Si me dicen hace un mes, hundido en el sofá de casa -hundido- que iba a estar de parranda, a 575 kms., con un cura y un exalcalde franquista que me dobla la edad... Pues cantando por Raffaela Carrá. Y por Miguel Molina.


Hay opiniones: "Nada de furtivos. Sesteso, ese loco. Tenga cuidado".


Me escapo a duras penas, pero me voy hasta bendecido.





Miércoles, 2 de febrero de 2011.


Hace cuarenta años que me mordía las uñas. Observo, que sin darme cuenta, he dejado de mordérmelas.




Lunes, 7 de febrero de 2011.


El peral connotado, mi General Lecrerc, ha durado poco. La ruina y el palito enhiesto: me había quedado conmovedor.


Ha amanecido tronzado. Lo comento de paseo hacia Veganova con uno de los pocos vecinos que quedan en Sanromán. Por supuesto, un anciano. Al campo, en el norte de España, le queda una generación, ya jubilada.
"Los corzos", me aclara. "Madrugan más que usted...", sonríe. Ahí me duele.


Recibo un sms de mi hermano: "Cobarde".


Eso digo yo... En plena Reserva de la Biosfera, montes cerrados de vegetación autóctona y en explotación, miles de hectáreas, decenas de miles de árboles, centenares de miles y llega un corzo francotirador y se carga a mi heróico General... Cobarde.


"Les gustan los claros, y son territoriales", concluye el paisano, desganado, sentado día tras día a la puerta de su casa. La leña al lado. Cortada ya toda la que necesitará hasta el final de sus días.


(Si fuera yo, no encendía la cocina todos los días... Quita, quita... ).


Al campo le quedan los restos de esta generación. Cambiará el paisaje, y cambiará la vida de todos, a peor. Aquí, si no eres un cursi, y madrugas, al menos te puedes comer un corzo. Y entonces sí, peras de postre.


Cada uno debería ser capaz de matarse lo que se come y de comerse lo que se mata: una berza o un corzo.


"Cobarde". Por eso, hecho un Hamlet, todavía no he matado a mi madre. Que libe su copa de veneno.


Mientras haya corzos...










Lunes, 7 de febrero de 2011. ( Transcrito de una servilleta de papel. )


La ruina y el palito enhiesto. Sólo yo empiezo la casa por el jardín, en lugar de por el tejado como todo el mundo.




Martes, 8 de febrero de 2011.


Sin el maillot amarillo, el del estanco cambia mucho. Más solemne.


Los Montecristos los compro en caja de cinco: los mismos que prefería Rubinstein, y mi madre, cuando se parecía a la Deneuve, le regalaba: de Madrid a París. Ellas, casi veinteañeras; él, octogenario. Pues, Anabel, se enamoró. Y fue correspondida.


Hoy, Anabel, súbdita británica, casada con un Lord, es una respetada Lady, como la Dra. Ochoa.


No la he vuelto a ver desde, por lo menos, cuando me empecé a morder las uñas...


"Todos los montes que rodean Sesteso, todos, eran de los Trespalacios, de D. Máximo, el padre de D. Justo. Eran fortuna. Pero luego, claro, entre que la riada rompió el canal de la minicentral... en el año... 69, y que ni D. Justo, ni las hermanas hicieron carrera... D. Justo corrió mundo, y con sus cosas, y esa manera de ser, volvió a dos velas y, dicen que, con una enfermedad venérea. Dicen. A ver... a un Trespalacios, nadie le niega un caldo, ya me entiende. Y las niñas, una, Fonsagrada, está ingresada en un psiquiátrico de Madrid, que se llama... -hace una larga pausa- no me sale, da igual, ya me vendrá el nombre, y la otra, Fonsanta, la pequeña, que tendrá ahora... 77, es senadora Republicana en Conneticut, casada con un Balart, de los de Cuba de antes de Fidel".


"¿Y todo esto qué me cuenta que tiene que ver con D. Salvador Ramos, vamos a ver?".


"Pues muy fácil: D. Justo, lleva años sostenido por préstamos de El Maderista. En realidad todos los montes que rodean Sesteso, deben ser suyos ya. Y D. Salvador le obliga a vender... Pero, si por lo visto, le ha tenido que hacer hasta un poder...".








Lunes, 14 de febrero de 2011.


Me gustan las películas de cárceles, de submarinos, de barcos, de largas singladuras frente a un medio hostil. ¡Al Polo! De largas condenas, de duras travesías, que ponen a prueba la Naturaleza del hombre. Con mayúscula.


Me gusta verlas tumbaó. Confortable, arropado.


Hoy en día, las cosas han cambiado tan deprisa, que la lectura obvia, primera, de mis gustos cinematográficos o literarios, sería "en el fondo es un homosexual que reprime su tendencia y necesita sublimarla de algún modo...".


En mi opinión, es más sencillo que todo eso. Crecí embelesado con Salgari -los italianos dicen Sálgari- los sábados y domingos por la mañana, "confortable arropado".


No nos estaba permitido levantarnos -ni desayunar...- antes de las 11 de la mañana.












Miércoles, 16 de febrero de 2011.


No sé muy bien qué he venido a hacer aquí. Arreglar una casilla, en un lugar apartado, no deja de ser una excusa.


Salta a la vista.


Por mucho que uno se defina, más bien, por lo que deja atrás que por lo que quiera tener por delante.


Los navegantes en la antigüedad descubrían nuevas tierras, nuevas rutas, aproados siempre a contracorriente. Contra el viento. Con cejar en el empeño, el mar les devolvería a puerto.


No me convence la imagen: esos antiguos no sabían lo que es, de verdad, navegar a contracorriente. Eso está bien para un Salvador Ramos, El Maderero. Un hombre conservador y pacato.


Admirable es Hernán Cortés. Gritó: "¡Prended fuego a la madera!...". Y quemaron las naves.


(El Maderero, en la escuela, se entretenía en calcular cuánta madera quemaron, y cuánto valía, y que qué despilfarro, y...).







Domingo, 27 de febrero de 2011.


Apenas un instante. A cuatro patas; con la cara en el suelo como para hozar la tierra. Literal. Entre los álamos que se adivina, un día, formaban un paseo de llegada a la casa de Sesteso.


Le he visto por primera vez: D. Justo Trespalacios de los Borines, Señor de Sesteso.


A cuatro patas, la cara en el suelo como para hozar la tierra, con un bastón en la mano izquierda y un chucho contentín que le chupaba las orejas.





Martes, 8 de marzo de 2011.


Antón -podremos ser amigos- el dueño del Atlántico, me recomienda a Pereda. "Para rehabilitar eso, no necesitas un arquitecto. Acércate a ver a Pereda. Come a diario, de menú, en Casa Vicente". "¡¿En Casa Vicente!?", me alarmo. "De menú, pero en Casa Vicente", sonríe Antón.


Ya por eso me gusta el tipo. Casa Vicente es, sin ninguna duda, el mejor restaurante de la Ría del Eo.


Qué cabrón... así que tienen menú, calculo en silencio.


El tipo de arquitecto que yo conozco no me vale: son de cubierta plana, sueñan con ganar el concurso del polideportivo de Alpedrete, y que va, se les pasa la vida en la tasa de pisos. Me los sé de memoria.


Camino de Casa Vicente, me sum sumo en el coche. (La navegadora ya no me habla: desde que me conozco el camino... ) La historia: un muelle. Un circulo que no llega a cerrarse y gira y progresa sobre si mismo. Uno de los políticos más funestos del siglo XX: Lerroux. Una de las políticas más valientes y valiosas: Clara Campoamor. Dos radicales, en el mismo partido. El primero, como Azorín, tuvo una juventud digamos digna y una vejez politica vergonzante. La segunda, sin que votaran las mujeres, consiguió el voto femenino. Y murió, ciega y digna, en el exilio. A ver tú, Ventura, como concluyes, porque vaya empiece...

Al entrar en Casa Vicente -la Puerta de Alcalá de Castropol- reconozco a Pereda de inmediato. Hay una forma profesional, madura y madurada de disfrutar de la vida: comer de menú la sopa de pescado de Casa Vicente.


Y se nota en la cara.


Pereda no es arquitecto. Es un artista que se gana la vida como aparejador. Yo no sé decir arquitecto técnico.


Un artista de si mismo al que no se le olvida comer caliente. Y es un tirillas.


Beber... bebemos todos.


Su logotipo y sus obras de arte -colgadas en las paredes de su estudio- me tiran para atrás. Su sonrisa y su bonhomía, para delante.


Como detestaba la Navidad y la competición entre familias a ver quién sentaba a un pobre a su mesa, precoz, de chaval, con diecisiete años y desde ahí, me sacaba el Interrail.


Nochebuena en el Albergue de Juventud de Praga; Navidad en Viena; ladillas en Milán y fin de año, famélico, en Venecia en el Ostello de la Isola de la Gioventu. Por ejemplo.


Vaporetto al Lido la mañana de año nuevo; larga caminata vicino la playa; niebla; música de banda, apuremos el tópico, como de Nino Rota; una danza telúrica, sobreactuada, sobrevivida, sobremaquillada de hombres y mujeres sobre todo abrigados: armiños de pega, astracanes rescatados y nutrias desnutridas. Obesidad generalizada y una fuente nutricia, que a esas horas, nadie cambiaría por la estanquera de Amarcord: una fuente de lentejas, por tradición italiana y cortesía municipal. Danza telúrica, a lo 81/2, que podría haber encabezado Pereda, como contrapunto enteco, y se lo digo.


Pereda, que es de los que con el tiempo recupera la relación con todas sus exparejas, luce en su despachito: Casa Vicente enfrente y la ensenada de La Linera detrás.


"Gloria", sonríe, "se llamaba Gloria... Pues anda que no le tengo tomada yo la medida a Sesteso...".

Tiene algo del Jovellanos de Goya -con 15 años más- y sobre todo del Arcediano de La Regenta, por poner dos figuras de la tierra.

"Sí, pero el Confín no es ya Sesteso".


Vuelve a sonreír: "Ya lo sé, hombre, ya lo sé. Ni yo he visto todas las películas de Fellini".











Miércoles, 30 de marzo de 2011.


Vuelvo de Madrid. Tres semanas después. Con dos maletas.


He reunido a algunos amigos -los que me quedaban- con la sensación de que no les voy a volver a ver. ¿Se le podría llamar fiesta? Se le podría llamar.


He abierto mi casa y les he dicho que cada uno se llevase lo que quisiese. Desconcertados se han resistido. Les he enseñado un contenedor a la puerta de casa. Y poco a poco han accedido a adjudicarse mis cosas. Éste, una lámpara de los 60´, aquella, una bayoneta de algún antepasado que usaba yo como pisapapeles.


Decidí que toda mi vida tendría que caber en dos maletas. Y tuvo que caber.


De madrugada, dejé la puerta abierta de la casa y allí quedó todo lo que mis amigos no quisieron quedarse de mí.


Y nadie sabe dónde estoy.












Jueves, 31 de marzo de 2001. (Escrito en el reverso de un boleto de la rifa para el viaje de fin de curso de 2º de Bachillerato del I.E.S. Elisa y Luis Villamil de Veganova)


Es cierto, he dejado de morderme las uñas de las manos. Ya sólo me muerdo las de los pies.


Esto significa dos cosas: una, que la procesión va por dentro; dos, que todavía estoy flexible...










Viernes, 1 de abril de 2011.


Una fiesta de prau en una aldea de los Oscos, que con la cuenca del Eo y las gallegas Tierras del Burón constituyen una flamante Reserva de la Biosfera. (Conmigo como animal en peligro de extinción: nombre científico, Ventura El apóstata. Así, en latín. )


Comida al aire libre, brindis. Un padre a su crío: "Neno... No olvides tomar la medicación...". El Neno: "No, Padre, ahora con el vino no... Prefiero con el chupito...".


Klaus, mi acompañante, interviene con un resto de acento alemán: "Señor: al neno o hay que cambiarle la posología o hay que cambiarle el diagnóstico...".


Klaus podría haberse enrolado en el Pequod y acompañar al Capitán Ahab en pos de Moby Dick; de hecho trabajó de cocinero en algún barco, cuando dejó su Alemania natal para correr mundo.


Después de comprobar de modo empírico que si se pretende el caos, éste siempre termina en una fórmula extrema de orden -vivió un tiempo en una comuna en los Oscos...-, ahora busca minerales con una lupa que lleva colgada al cuello.


Cuando me mostró su poder en la barra del Atlántico, empecé por sus minerales y terminé en un viaje lisérgico sumergido en lo diminuto: una cordillera a partir de una arruga de una servilleta de papel, con rocas gigantescas de restos de hígado encebollado, un misil de madera, con funda y todo, porque ahora hasta los palillos llevan funda... hasta que un tsunami de cerveza me devolvió a la realidad.


"Las mejores navajas de España, no son las de Albacete: son estas de los Oscos, y no por fuerza las de Taramundi".


Y desciendo al Eo armado: como un pequeño ballenero.








Sábado, 2 de abril de 2011.


El primer regalo que recuerdo en mi vida fue una navajita con las cachas verdes que me regaló mi abuela materna. "En el campo, siempre una navaja en el bolsillo". Tendría yo cuatro años.


La segunda me la trajeron mis abuelos paternos de Suiza. Multiuso, todavía la conservo y nunca la he utilizado. Se abre muy mal y no tenía uñas...


La tercera, me la regaló mi contable, que era de Albacete. Cuando me acostumbré a usar navaja, se despidió.


Y ahora ésta, que corta mejor que las otras tres juntas. Como un crío, o el bandido Saltodemata, me entretengo sentado a la puerta de mi casa -vamos a llamarla así- en cogerla por la punta del filo y hacerla girar hasta clavarla... en una hoja del suelo, en el tronco de un aliso, a afinar puntería.


"El secreto está en el temple", me ilustraba Klaus ayer antes de entrar en una forja de tiempo inmemorial. "El temple es un secreto que se pasa sólo de padres a hijos, celoso cada ferreiro de que otro haga las navallas con mejor corte que él", sonreía a un viejo de moflete coloraó. "¡Quita!... Pues yo lo poco que sé se lo he dicho a éste -señala a un subsahariano, que nos había pasado desapercibido en la oscuridad de la estancia-, ni tengo hijos, ni ya queda nadie en el pueblo que se dedique a esto...".


Sonrío yo solo al recordarlo, fallo el tiro, la navaja supera de largo el aliso por su derecha y se pierde ahí abajo, en el zarzal de la finca de Sesteso.


Se me queda cara de tonto. Ahora qué cojones hago, ¿me meto en lo de Sesteso a buscarla o me quedo sin navaja?


Empieza a anochecer. Suspiro: hace falta mucho temple...







Domingo, 3 de abril de 2011.


He intentado entrar en la finca justo por el punto en que perdí de vista la navaja: me he hecho un siete en la espalda de la camisa al tratar de pasar entre dos alambres de espino. Con tanto lavado, mis camisas favoritas rajan fácil. Además, el zarzal en ese punto es impenetrable.


Refunfuño; sigo el alambre carretera abajo. Me planto ante la mismísima entrada de Sesteso. Ha muerto de éxito: dos glicinias, una violeta y otra blanca, en apretado y duradero abrazo, han inutilizado la verja. Ríete tú de la glicinia de la Fundación Ortega de Madrid, o la del Palacio del Marqués de Salamanca...


Abril, el gran momento de las glicinias (y de los lilos). Enredadas en la verja, las dos hojas de la puerta quedan unidas lo que impide su apertura. El propietario es un esteta: prefiere que se pavoneen sus glicinias a recuperar la función de la puerta.


Por no hablar de la verja. Algún herrero de los que ya no quedan le siguió la corriente y el capricho y la susodicha es una partitura en toda regla, sólo que pesará dos toneladas.


No hay timbre, ni nada parecido, y la casona queda abajo, junto al río, a no menos de doscientos metros. Largos. Por lo que se adivina desde lejos, es lo que los franceses conocen como una bastide, casa en forma de u -una u larga, de brazos chatos-, con todos sus predios y anejos, la casa de un burgués rural . En este caso, cesada de actividad. Una casa de origen bicentenario, aunque, si uno pudiera excavar debajo, nos plantamos en tiempos del procuestor romano Lucio SESTius Albinianus Quirinalis, que lo fue del noroeste de Hispania en tiempos de Bruto, ese hijo tan admirable. Lo que yo diga: y si no al tiempo. Los romanos, eligieron ya entonces los mejores lugares para vivir la vida. Y toda nueva civilización construye encima de la anterior, nunca al lado.


Como a un jabalí se le sigue el rastro y se pueden encontrar cerdas de pelo en las púas de las alambradas, en ésta, a la izquierda del portalón, dadas de sí dos líneas de alambre, hay algo de borra de lana en un pincho.


Muchas sagas de burgueses rurales, terminan con lo que los franceses llaman un "bobo": bourgeois bohème. "Odore di femina… Odoretto perfetto!...". Se encelan y se precipita el final de la saga.


En fin... Ya sé por dónde entras Sesteso.


"¿Qué?... ¿Te gusta la verja?", me sorprenden.


"¡Joder, Pereda!... ¡Qué susto me has dado!".


"¿Pero no habíamos quedado para medir?".







Martes, 5 de abril de 2011.


No tenemos medida. Como chispeaba, decidimos dejarlo para después de comer. Me llevó a Casa Jano, a un par de kilómetros de allí.


Jarreó toda la tarde sin parar. "Pues aquí ya no llueve como antes...". Y corrió el vino y la exaltación de la amistad.


Al salir, Marcos, el propietario, un solícito mozo de manifiesta vocación política me auguró: "Ojo que terminan ustedes en Comercial González..."


No fue así; por instinto de supervivencia, pese a la lluvia, bajé a Veganova a pata, y he tardado dos días en recuperarme del todo.


Detesto el pacharán.





Miércoles, 6 de abril de 2011.


Me he llegado al Ayuntamiento de Castropol. Sanromán es aldea de la parroquia de Presno, concejo de Castropol. Acudo con un trozo de mantel de papel de Casa Jano, garabateado a bolígrafo: "Miren ustedes, sostiene Pereda que esto se podría hacer con la casilla del Confín. Y yo, la verdad...".


Mientras espero a que me reciba la arquitecto municipal -veinticinco minutos sentado en un pasillo, dolorido de la zona sacra- me fijo en una fotocopia ajada que pende de una sola grapa en el tablón de anuncios.


Una funcionaria aburrida, de cactus peludo y foto de sobrino en el ordenador, hace como que trabaja. Aprovecho que se le escapa una miradita a la playa del calendario y en un pispás arranco la fotocopia de un tirón furtivo.


La leo con avidez, disimulo. Sin levantar la vista del ordenador, la funcionaria, indolente, me fulmina como con un matamoscas: "Quédesela; se la lleva todo el mundo...".


Me azoro y me conturbo.


Se atropella de repente: "Vienen las municipales. Al líder de la oposición -un cincuentón, de Madrid- le acaba de echar su propio partido: le ha nombrado una empresa de capital bielorrusa portavoz de un intento de explotación a cielo abierto de una mina de oro a cien metros de la costa. En Tapia, el pueblo de al lado. Es la forma de extracción de oro más contaminante del mundo. No te jode, y total, porque es licenciado en Químicas...".


Silencio. Me muestro curioso con la mirada.


"¿Qué qué hacía aquí? Un veraneante, un paracaidista: lo que antes se llamaba un cunero. ¿Su padre?: Calvo-Sotelo. Sí, el ex-Presidente del Gobierno".


Otro silencio.


"Su nosequé, en la dictadura de Primo de Rivera, allá por los años veinte fue Ministro de Educación o algo así".


"¿Y?...".


"¡Joder! Pues que el Alcalde es maestro...".










Jueves, 7 de abril de 2011.


Contrato de Maestras - 1923.


Este es un acuerdo entre la señorita ..................., maestra, y el Consejo de Educación de la Escuela .................. por el cual la señorita ......................... acuerda impartir clases durante un periodo de ocho meses a partir del .............. de septiembre de 1923. El consejo de Educación acuerda pagar a la señorita ...................... la cantidad de 75 pesetas mensuales.


La señorita ..................... acuerda:


1.- No casarse. Este contrato queda automáticamente anulado y sin efecto si la maestra se casa.


2.- No andar en compañía de hombres.


3.- Estar en su casa entre las 8:00 de la tarde y las 6:00 de la mañana, a menos que sea a atender en función escolar.


4.- No pasearse por heladerías del centro de la población.


5.- No abandonar la ciudad bajo ningún concepto sin permiso del presidente del Consejo de Delegados.


6.- No fumar cigarrillos. Este contrato quedará automáticamente anulado y sin efecto si se encontrara a la maestra fumando.


7.- No beber cerveza, vino ni whisky. Este contrato quedará automáticamente anulado y sin efecto si se encuentra a la maestra bebiendo cerveza, vino o whisky.


8.- No viajar en coche o automóvil con ningún hombre excepto su hermano o su padre.


9.- No vestir ropas de colores brillantes.


10.- No teñirse el pelo.


11.- Usar al menos dos enaguas.


12.- No usar vestidos que queden a más de cinco centímetros por encima de los tobillos.


13.- Mantener limpia el aula.
a) barrer el suelo al menos una vez al día. b) fregar el suelo del aula al menos una vez por semana con agua caliente. c) limpiar la pizarra al menos una vez al día d) encender el fuego a las 7:00, de modo que la habitación esté caliente a las 8:00, cuando lleguen los niños.


14.- No usar polvos faciales, no maquillarse ni pintarse los labios.


"Etc.", termino de leerlo en la barra del Atlántico.


Pardo, ni se vuelve: "Beberían sidra...".


Y sigue: "Con la navaja en la liga, como Carmen". Pide otro hielo: le llenan el vaso de güisqui.







Viernes, 8 de abril de 2011.


"Liarla la lío la Casa Real: fueron y dieron a Calvo-Sotelo -al ex-Presidente- el título de Marqués de la Ría de Ribadeo".


De cháchara en el Express: "¿Y dónde está el lío?".


"Pues que se ha llamado toda la vida Ría del Eo. Sobre todo a este lado, en Asturias. Pero... así sólo satisface la aspiración de los gallegos".


"¡Quedamos pocos!...", aúlla grotesco, sobreactuado, tierno, O Rey de Rondouto, que entra por la puerta.


Lalín me cuenta: "Fue sparring de Gitano González. Una tarde le dió, de verdad. Sin medida. Le rompió la carrera y media vida. O tres cuartos".


Trato de pagar la ronda. Y no me dejan.


"Gitano González... El dueño de Comercial González".


Me dejo llevar por la Riada; y amanece en la Ría del Río Eo. O, cojones: que se pongan al menos de acuerdo en el nombre.










Domingo, 10 de abril de 2011. Por la tarde.


Lo mío es una patología como otra cualquiera: necesito traicionar y ser traicionado.


"Con la navaja en la liga, como Carmen".


Una de estas noches va a salir el sol, que cantaba Chicho Sánchez Ferlosio.










Miércoles, 13 de abril de 2011.


Grajan los grajos sobre Sesteso.


No señor: grajean.